Que me quieras (Merritt Tierce)
No te dejes engañar por esa llamativa y extrañamente hermosa portada. FÃjate ben, mÃrala de cerca. Un par de cervezas Budweiser arrugadas, una colilla a medio fumar y unas cuantas flores marchitas ya te anticipan el argumento de esta novela.
Una breve contraportada te explica en pocas lÃneas de qué va el asunto: "Marie es una jovencÃsima madre sin custodia que sirve mesas en interminables turnos nocturnos. Después acude al sexo y a las drogas para lamerse las heridas. Cada vez que piensa en su hija, se odia. Cada vez que se odia, piensa en su hija."
Y eso es lo que hay. Una mujer que narra en primera persona sus vivencias como camarera y su recorrido por una espiral interminable de drogas, alcohol, sexo, y vuelta a empezar.
No obstante, Marie nunca da un porqué, ni tampoco se regocija en ninguno de sus dramas: ni en su enfermiza adicción a follar, ni en su dependencia a las narcóticos, ni en su necesidad de trabajar, trabajar y trabajar. No explica, solo comenta y te deja intuir sus desgastadas emociones.
Confieso que esa ausencia de razones me exasperó un poco. No dejaba de preguntarle ¿por qué? Pero Marie solo me respondÃa con mil anécdotas del Restaurante, de sus jefes, sus compañeros de trabajo, de sus colocones, de sus noches vacÃas en compañÃa.
Y mientras, el único vestigio de esperanza es su hija, que desentona por su aire cándido e infantil en medio de la sordidez de esta historia, de ese mundo mÃsero, sucio y soez donde conviven y malviven los adultos.
Merritt Tierce, la autora |
Es un libro difÃcil de leer, pero por su simpleza. Por demostrar que la vida para algunas personas no significa nada y que no esperan nada...
Reconozco que no ha sido una lectura agradable. Tampoco sorprendente. No hay en ella un propósito claro ¿cómo puede haberlo, si Marie no quiere llegar a ninguna parte?
Mi impresión como lectora es que solo puedes contemplar la autodestrucción de la protagonista sin que ella ni tú queráis hacer nada para remediarlo. El "Que me quieras" del tÃtulo no es un grito de socorro, no es una súplica de amor, ni siquiera una exigencia. Creo que simplemente es un recordatorio de Marie hacia la propia Marie, que se olvida voluntariamente de quererse a sà misma. Y contra la falta de amor propio, poco podemos hacer los demás.
8 comentarios:
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